DÍA: Domingo 25 de octubre, 2009 • HORA: 21:00 h.
LUGAR: Teatre Lloseta, Mallorca • PRECIO: 20 euros
Tres grupos sobresalientes representantes del sonido Americana, los tres presentan flamantes nuevos discos en un nuevo festival itinerante que nace apadrinado por la revista Ruta 66 y el sello Houston Party Records.
Roky Mountains: John Doe & The Sadies, Magnolia Electric Co. & The Handsome Family
Roky Mountains nace para hacer girar por España a grupos relevantes, influyentes y con peso en el presente. Con carteles colectivos y directos muy sólidos, ya sean de noveles deslumbrantes o veteranos con vigencia. Estilísticamente, ¿de qué hablamos? De sonidos relacionados con la raíz estadounidense y el sonido americana, esa etiqueta nacida en los noventa para describir y acoger, con voluntad integradora y sin exclusiones, al arco que va del blues al bluegrass, pero tratado con mentalidad actual y no de archivista, y a todos los hijos bastardos de The Band filtrados por el rock de ayer y hoy.
Roky Mountains seleccionará y presentará las propuestas más interesantes de ese panorama. Para predicar con el ejemplo, en su primera edición contará con John Doe & The Sadies, Magnolia Electric Co. y The Handsome Family, sobresalientes representantes del citado género y los tres con álbumes flamantes (“Country Club”, “Josephine” –que saldrá en verano- y “Honey Moon”, respectivamente). Tendrá lugar el mes de octubre en Madrid, Alicante, Barcelona, Zaragoza y Lloseta (Mallorca).
Paralelamente, Roky Mountains dispone de un blog –www.rokymountains.com- que, además de informar de las giras que organiza, ofrece críticas y reportajes relacionados con el sonido americana. Habrá actualizaciones semanales con novedades discográficas y obras clásicas, con recuperación de títulos de culto hoy olvidados y retrospectivas, con artículos de opinión sobre temas de actualidad y listas de álbumes seleccionados. Se pretende que este portal sea de referencia para el aficionado a este tipo de música y, en general, para cualquier melómano con inquietud. Como de referencia van a ser también, seguro, los epatantes carteles de sus directos.
John Doe & The Sadies: “Country Club”
En la canción “Back In Your Arms”, Bruce Springsteen dice sobre las promesas hechas por la noche: “Eso es todo lo que son”. Es lo que suele ocurrir. Pero, como en todo, hay excepciones. Una tuvo lugar en Toronto en el año 2000, cuando John Doe comentó a The Sadies que quería grabar con ellos un disco de country en el futuro. Era de noche y acababan de compartir cartel. La situación presagiaba olvido. Pero no: ese disco ya está aquí, es una excelente lección de historia y admiración por el género y se titula “Country Club”.Vayamos con las presentaciones: John Doe es un nombre legendario para cualquiera que ande interesado en el punk estadounidense. En 1977 fundó X, banda emblemática entre las pioneras del género en la Costa Oeste. Más tarde, en el proyecto paralelo de aquella historia, The Knitters, Doe desarrolló a mediados de los 80 la cara más roots de X, que la tenía y bien marcada, una voluntad que llevó más lejos a partir de 1990, cuando publicó “Meet John Doe” y dio el pistoletazo de salida a su carrera en solitario. Desde entonces su voz, con el tacto del cuero, de esas que no van de farol y que con su profundidad nasal convierte las frases en sentencias, ha transitado a lo largo de ocho álbumes una senda de rock de raíz y autor donde conviven borracheras solitarias, moteles de carretera y barba de cuatro días, saltándose clichés estrictos y con una visión y estética que se dirían pensadas para bandas sonoras de John Sayles.
Por su parte, los canadienses The Sadies, desde que en 1998 desembarcaron en las filas insurgentes del sello de Chicago Bloodshot, aplican un tratamiento de montaña mística a un híbrido de garage, psicodelia, surf, bluegrass y rockabilly. Rock de bota y corbata finas. Rock flexible, que acompaña a cualquiera y lo hace con nota: han tocado con y para Neko Case, Jon Spencer, Jon Langford, Andre Williams… Y ahora, John Doe.
Él ha puesto en “Country Club” el fortín de su voz, que combina la lija punk de Mike Ness (Social Distortion) con el temple ‘crooner’ de César Rosas (Los Lobos). Ellos, arreglos vitalistas con clase de salón. Todo, al servicio de quince temas. Tres los firman The Sadies (dos son instrumentales, con la marca de su casa) y uno, Doe y su ex y compañera de viaje de los días de X Exenka Cervenka. El resto son piezas que escribieron y/o popularizaron mitos del country: Waylon Jennings, Roger Miller, Hank Snow, Bobby Bare, Tammy Wynette…Musicalmente, han deslizado el satén countrypolitan del Nashville de final de los 50 sobre el sonido Bakersfield, de músculo y Stratocaster, que popularizó Buck Owens en los 60. Lo han hecho tan bien que desprenden una sublime melancolía. Entre los colaboradores, personal que ha tocado con Wilco, Son Volt y Alejandro Escovedo. Hay reverencia sin nostalgia, como esa “I Still Miss Someone” de Johnny Cash que podría pasar por la versión country de “Girlfriend In A Coma” de The Smiths. Hay audacia con respeto. Bravo.
- Primera colaboración en estudio del estadounidense John Doe (X, The Knitters) y los canadienses The Sadies.
- Contiene nueve versiones de clásicos del country y cuatro temas nuevos (tres firmados por The Sadies y uno a medias entre Doe y Exene Cervenka).
- Musicalmente, se sitúa entre el countrypolitan de los 50 y el sonido Bakersfield de los 60, sin que sus reverencias cedan a la nostalgia.
Enlaces: www.myspace.com/thejohndoething
Magnolia Electric Co.: “Josephine”
En la muy buena película “Still Walking” (2008), del director japonés Hirokazu Kore-eda, la muerte de un familiar fallecido hace quince años planea sobre la mayoría de escenas. Está sin estar. No la ves, pero no dejas de sentirla: su presencia. De la misma manera, en este excelente disco, “Josephine”, de Magnolia Electric Co., la muerte de un músico fallecido en diciembre de 2007, Evan Farrell, planea sobre la mayoría de las notas. Está sin estar. No es un álbum conceptual estricto ni al uso.Jason Molina –líder de Magnolia Electric Co.: fundador, compositor, voz, guitarra y único miembro que ha permanecido en su seno desde 2003- había trabajado con Farrell (su bajista de confianza en las giras) en muchas de las ideas que sostienen a estas nuevas canciones. Iba además a tener una fuerte presencia en su grabación. A estar estando. Pero un incendio en su apartamento de Oakland (California) lo impidió. ¿A qué ideas nos referirnos? A caminar musicalmente sobre el lado minimalista de Jason Molina, a no quedarse en el terreno desde donde les llueven comparaciones con Crazy Horse. ¿Por qué las llaman Crazy Horse –a sus influencias- cuando (muchas veces) debería decirse Medio Oeste? Molina es de Ohio y a Ohio suena. Seguimos.
Registrado en Chicago en el estudio de Steve Albini, con todos los músicos tocando en directo, batería incluida, “Josephine” es minimalismo rockero post-milenio, aunque enfocando las voces con un tratamiento digno del mejor country tradicional. Súmale letras tristes y los arreglos enfatizando el dolor. Molina y el dolor son una inseparable pareja de hecho. Por fortuna, él mantiene otra relación, igual de estrecha y desde la fuerza contenida, con la belleza. Dolor y belleza. Nos falta un eslabón de esta cadena: el desarraigo.
El principal hilo conductor de este disco, si solo se pudiera escoger uno. En la última docena de años Molina se ha mudado de casa en una treintena de ocasiones. Ahora está en Londres. Su banda, en Indiana. Dolor, belleza y desarraigo. Elementos de ese blues que Jason anda gestionando desde 1996 –el año que montó Songs: Ohia-, que en “Josephine” se materializa con la forma de haikus musical de fuerza incontestable, no por los decibelios ni la densidad, sino por la gravedad invisible, de álbum importante, que lo sostiene. Ya desde la desnudez country-soul del tema inicial, “O! Grace”… Ya desde ahí y hasta la última nota de “An Arrow In The Gale”.
- Es el primer LP de la banda de Jason Molina desde “Fading Trails” (2006).
- Ha sido grabado en el estudio de Steve Albini en Chicago.
- El desarraigo y la muerte del bajista Evan Farrell planean sobre las letras de las canciones.
The Handsome Family
Fue Greil Marcus, uno de los tres críticos musicales vivos más prestigiosos, quien dijo sobre The Handsome Family: “Lo que escriben sobre el surrealismo de lo cotidiano no tiene parangón en la composición contemporánea. Su música extrae las venas más profundas del fatalismo de los Apalaches”.
A lo largo de ocho discos –el primero, en 1995- la pareja formada por Brett y Rennie Sparks, esa rara maravilla, se ha convertido en el equivalente a Johnny Cash y June Carter para la generación que ha visto nacer, crecer y hacerse mayor al country alternativo. Jugando con las imágenes del gótico sureño y las de ese espanto bíblico que tanto atrae a Nick Cave, y metiéndolas en el día a día, que lo pintan para que se parezca al tuyo y al nuestro, han creado decenas de canciones de oscuro romanticismo que les han reportado un estatus de clásicos modernos.
Su fórmula atrapa porque ha sabido unir extremos como supo hacerlo la de The Velvet Underground. Con perversión, con morbo. Musicalmente, son elementales pero experimentales, tan rabiosamente accesibles en lo etéreo e inquietantes en lo tenebroso. Mientras tanto, sus letras van de la ternura a lo tragicómico. Y de ahí al dolor y la sangre. Las escribe Rennie con un pulso muy firme para el detalle descriptivo.
O mejor dicho: así han sido esas letras y así las ha escrito. Pues por primera vez en su trayectoria, “Honey Moon” no explica ninguna historia en la que alguien sea condenado, muera o lo asesinen. No hay fantasmas ni lagos encantados. Este disco se publica para celebrar el vigésimo aniversario de su matrimonio ** y lo forman doce canciones de amor –en clave positiva; solo un tema trata la pérdida del mismo-. Sus autores han buceado en el pozo del romanticismo del siglo XIX para sacar cubos de inspiración.
Recibieron el flechazo escuchando a The Platters cantar “Twilight Time” mientras viajaban por Nueva Zelanda. La pareja, fan de esa formación, como también de The Ink Spots y Mills Brothers, decidió entonces que darían forma a un álbum sobre la trascendencia, ese toque divino, que surge a partir del amor a alguien. Más referentes: Cole Porter, Irving Berlin; esos compositores históricos que trataban el tema del corazón con misterio sublime. Una vez decidido el tono conceptual, el turno de la música. Cada canción tendría un tratamiento distintivo, una identidad propia, para contrarrestar la unidad de fondo. Igual que hay bluegrass sonámbulo en “When You Whispered”, los teclados y carillón de “Love Is Like” suenan a Animal Collective… Y hay también Tin Pan Alley, jazz, country. Y, sobre todo, un grupo flexionando como nunca sus músculos compositivos.
- La luna de miel la celebraron en las cataratas del Niágara.